viernes, 29 de agosto de 2008

Ñoñísimo.

Era el año 2005, la euforía de la última película de Star Wars había contagiado al mundo entero. Llenandolo de convenciones donde un montón de nerds se juntan para comprar, platicar, compartir, comprar, exhibir, comprar e intercambiar.
Eramos 5 nerds los que nos dimos cita, esta ocasión, en el parque Naucalli, en frente de las gloriosas Torres de Satélite.
La entrada costaba 50 pesitos, pero si ibas disfrazado no costaba nada.
El "flyer", como le dicen ahora a los volantes, prometía y juraba que iban a ir Ray Park, el que le hace de Darth Maul, el chavito (ni tán chavito) que le hacía de Boba Fett y un cuate que le hacía de Kit Fisto, super genérico.
Dimos una vuelta de reconocimiento, para ver como estaba el pedo y si había buenas cosas.
Todo estaba carísimo, llevabamos cada quien como $200 pesos, una fórtuna para nosotros, no para los vendedores. Y para acabarla de chingar nos fuimos sin comer.
Le dimos como 10 vueltas a la exposición, nos llenamos de posters y chingaderitas que te regalaban, nada memorable.
Exactamente en el último puesto había un cabrón que vendía puras chacharas de Star Wars, polvorientas, de esas que tu mamá arde en deseos de tirar a la basura. Las vendía carísimas, así que Gustavo me convenció de distraer un momento al vendedor en cuestión. Supuse que solamente le robaría un par de espaditas de plástico o un muñequito. Cuando voltée todo lo de Micro-Machines había desaparecido, por supuesto, mis amigos también.
Cuando los encontré, Gustavo tenía ambas manos llenas de miniaturas (sin albur).

Ya habían pasado 2 horas.
Imaginen a un monton de obesos nerds, sudorientos y malolientes todos aglomerados en un pequeño salón de exhibiciones. Nos urgía salirnos a tomar algo y respirar un poco de aire fresco.
El parquesote este, está lleno de tienditas, donde en vez de asientos, son troncos partidos a la mitad y las mesas son rollos de alambre, como para mantener el estilo rústico-salvaje del párque.
Nos compramos unas aguas de horchata "Tucán", las más varas, y nos sentamos a platicar. Escuché que en la mesa de al lado alguien estaba hablando en inglés, me asome y me percaté que era Ray Park, el único de los 3 que su representante pedía dinero por que nos regalara un autógrafo.
En ipsofacto saqué de mi mochila una tarjeta y le pedí que me firmara.
Dijo que si, pero que cuando terminara la entrevista que le estaba haciendo un pinche pelón malhumorado, aún lo recuerdo al puto...
Cuando terminaron se levantaron y un chingo de gente se le avalanzó. Todos corrimos tras de él en con tal de no gastar 200 pesos en su autógrafo.
Una gorda pisó a uno de mis amigos, mandándolo al suelo, lo brinqué, esquivé a 2 niños, empuje a la gorda y conseguí mi autógrafo. Éxito.
Nos quedamos afuera riendo, yo no dejaba de ver mi tarjeta recién autografiada por Darth Maul. Ya llevabamas como 40 minutos afuera hablando pendejadas y viendo a un montón de viejitos haciendo Tai-Chi.
En la ventana del centro de exhibiciones estaba Daniel Logan, el pequeño Boba, observando a los viejitos y nos acercamos a preguntarle que si nos firmaba algo y super buen pedo lo hizo. Nos quedamos platicando un buen rato con él. Luego nos metimos de nuevo a la convención.
Las aguas-frescas empezaron a causar estragos y surgieron las ganas de orinar, pero de esas ganas ojetes, las que no te dejan pensar. Vi un acceso a lo que yo creí que era un baño, me fuí con la finta de los azulejos.
Entré y era una como cocina gigantesca, supuse que era para cuando hubiera convenciones de verdad, de esas con empresarios y todo el pedo, para que les dieran de comer.
Pero un montón de cajas no me permitían ver que más había. Todas esas cajas estaban repletas de figuras de Star Wars, kilos y kilos de figuras. Y todas ellas solas, sin ser cuidadas.
Acudi a Gustavo, el hombre indicado para el trabajo...robar figuras.
Todavía conserva su mochila de rueditas, y la lleva a la escuela, mas triste, ahí porta dulces de los que vende en el salón. Se burlan de él por lo mismo de que tiene llantitas. Yo no me río, recuerdo el momento en el que tomó una caja de figuras, y la vació sobre esa horrible mochila roja y me enorgullesco de esa maletita.
Una vez más fuí el señuelo para la operación, disrayendo a todo aquel al que se acercara y al mismo tiempo echando aguas. Salimos como pedo de la convención. Afuera, repartimos el botín, sólo entre Gustavo (el ejecutador), Aldo (el que cuidaba el movimiento de seguridad) y yo (la mente maestra).

"No, no son suficientes figuras...¡QUIERO MÁS!" - dije.



Volvimos e hicimos los mismo, una caja más fué vaciada.
Otra vez repartimos el botín.
Pero aún así no era suficiente.

Arriesgar a que agarraran a Gustavo no era de hombres, ahora yo entraría.
Cuando llegué, habían un policía chaqueto, de esos de macana y un super gordo con una playera con la Princesa Leia en ella y un gafete.
El cerdo este le estaba metiendo una hiper cagotiza al pobre polecia. Decidí ni acercarme y que se hicieran bolas.

Terminé orinando en uno de los miles de arboles del Naucalli y comiendo tacos debajo de un puente en periférico. Por lo mismo que no gastamos casi nada y todo fué robado

1 comentario:

Aerin Dimrust dijo...

Já, pues rola un monito robado...