jueves, 3 de julio de 2008

Meses después.

Las manos me tiemblan.
No siento las piernas.
La cara empapada de sudor.
Cada vez que respiro siento que se me congelan los pulmones.
El corazón me late demasiado fuerte.
El extraño e indescriptible olor a pasto y tierra humeda.
No oigo nada, solo el silbato del coach.
Cada parpadeo se vuelve en una nube espesa frente a mis ojos.
El sabor a sangre en la boca.
La sensación de vomitar en la garganta.
El tobillo me está matando.
Mi cuerpo desea tirar la toalla, pero mi mente sólo se concentra en ganar la titularidad.

Es así cómo volví a entrenar 3 meses después de mi lesión...





Jueves por la mañana, me levante relativamente temprano, a las 11, considerando que me duermo a las 3am, despertado por una aspiradora que se podría confundir fácilmente con la turbina de un jet. No me importó, la noticia de que volvería a entrenar me ponía de buenas, ni siquiera el echo de que no hubiera una gota de leche en el refrigerador ni una pizca de pan en la alacena me hizo enfadar.

Mi gordo perro me esperaba con su frisbee en el hocico para salir a pasear, solo le mostré una galleta y lo soltó. Fuí a la computadora, algo que he estado haciendo desde que no entreno, lo único que hago es ver videos o leer estupideces... incluso escribirlas.

"Jugaré Call of Duty", exclamó el príncipe.

Empezaba a chispear, puse pausa y me dispuse a guardar la ropa antes de que se moje.
Cuando volví, mi televisión y mi Xbox estaban apagados. Volteé a ver a mi perro y le dije: "¿Al menos guardaste o alcanzaste checkpoint?". Se que suena descabellado, pero alguna vez vi un perro que traía cervezas. Después me dí cuenta de que se había ido la luz.
No hay luz, por lo tanto no hay internet, por lo tanto no hay porno.

"¡Leeré el Red Son!" exclamó el príncipe, apuntado con un dedo al infinito.

Al príncipio del tercer tomó me percaté de que ya habían pasado 45 minutos, no había luz y me moría de hambre.
No terminé de maldecir cuando de pronto escuché a lo lejos el motor del Chevy de mi sacro-santa madre. Tocó el cláxon, eso no significaba mas que traía bolsas repletas de comida para que su hijo y su perro comieran.

"¿No te agarró la lluvia, jefaza?" - Preguntó el príncipe con incertidumbre.
"No, pinche lluvia espanta-pendejos" - ...exclamó la reina.

Me tragé como 1 kilo de cochinita de pavo y 1 litro de jugo de arandano con manzana.
Y...bueno...cómo lo nuevo tiene que sacar a lo viejo, fuí al toiletetete, a preparar un postre.

Pasé varias horas sin hacer absolutamente nada, hasta que dieron las 7:30, la hora en que pasarían por mi para ir a entrenar.

¡Ahhhh! Esa sensación una vez mas, lo esponjoso del pasto a tus pies. Pocas cosas se le comparan.

"¡2 vueltas por las esquinas!" - se escuchó a lo lejos.

Y es hací como empieza el martirio. Bien "atlético" aceleré a máxima velocidad, no recorrí 20 yardas cuando me empezé a cansar. Un cansancio extraño, me faltaba aire, el campo se veía eterno, cómo una pradera alemana infinita. Pero la terminé, nos juntamos todos en una esquina para hacer estiramientos. Parecía gimnasta chino, todo lo complete a la perfección...

...1 minuto después...

"¡¡¡MIS MUSLOS!!!" - Zuzurró el príncipe, para no parecer homosexual...más.

Ya todo bien calientito sacamos las vallas. Las primeras 2 o 3 vueltas las pasas cómo agua, pero por 'hay de la 5ta o 6a, ruegas por no tirar una sola, sino te costará el empezar de nuevo. Llegas a un punto en que el cansancio te juega sucio y hay de 2 sopas: Hay medio brincas y te arriesgas a tirar un valla o con tu poca fuerza los testiculos te chocan con las vallas (opté por la segunda). Sólo quedaba una vuelta más y empiezas a ver borrosito y perder noción de lo alto y ancho. Pero lo lograstesss, lo hicistesss y estás harto orgulloso.

Nos juntamos, para dictar la próxima fecha. Pero de pronto el coach dijo: "A ver, jotos, quien no vino el sábado pasado". Ambos dichos me pertenecián: En ese momento era un joto y a parte no había ido el sábado. Cuando creí que habíamos terminado, el destino me escupió directamente en el rostro. Y teníamos que hacer arrancones de velocidad en menos de 15 segundos, no es por ser mamón, pero los hago facilísimo...pero no despues de 1 hora de chinga.
Todo me era irreal, las luces, los compañeros, la sed. Todo.

Pero no me arrugé, lo hice...en 19 segundos.
Otra vez, a la fila.
18 segundos, ¡mierda!
Una vez más y la última, lo juro.
15 segundos. No sabía si estaba sonriendo, no me sentía la cara.

Llegé a mi casa, echo un zombie, pero nada que 2 Gatorades, una tira de aspirinas y una ducha no aliviaran. Esto lo estoy terminando de esribir a las 12:15am del viernes, no me quiero imaginar como despertaré mañana. Hecho una torta, seguramente.